
El estudio de las
condiciones de seguridad en el trabajo ha pasado por distintas metodologías,
que han intentado abordar la problemática de los accidentes y enfermedades
ocupacionales, desde diferentes posturas y/o paradigmas. Por un lado, está la
visión de la evaluación de riesgos, en la cual se parte, en un primer momento,
por la identificación de peligros, entendiendo el peligro, como “…fuente,
situación o acto con potencial de daño en términos de enfermedad o lesión a las
personas, o una combinación de estos” (FONDONORMA - OHSAS 18001:2007). En un
segundo momento, se pasa a la estimación del riesgo, lo cual es “…la combinación
de la probabilidad de que ocurra un(os) evento(s) o exposición(es) peligrosa(s),
y la severidad de la lesión o enfermedad que puede ser causada por el(los)
evento(s) o exposición(es)”. (p.p. 4). Esta postura supone que la “fuente,
situación o acto con potencial de daño” no ha ocurrido sino que es una
probabilidad, es decir, se evalúa si el peligro puede o no suceder y cuál es el
impacto que puede generar. En un mismo término, el riesgo, se abarca tanto el
hecho como el efecto.
Por otra parte, se incluyen
eventos con distintas características temporales. En otras palabras, se
engloban fuentes, situaciones o actos que están ocurriendo en el presente a la
par de fuentes, situaciones o actos que pueden suceder en un futuro
indeterminado. Esto se puede observar en los siguientes ejemplos.
El riesgo en un momento
presente: el ruido que se produce con ocasión de manipular un taladro
perforador de concreto durante varias jornadas de trabajo. En este caso el
trabajador está expuesto (tiempo presente) al ruido que se desencadena al
accionar el taladro contra el piso. El evento o exposición peligrosa ya está ocurriendo,
no se trata de algo probable sino de un hecho presente. En este caso la
probabilidad se referiría al impacto a la salud auditiva del trabajador. Se
asume el riesgo como efecto.
Otro
ejemplo, el riesgo en tiempo futuro: supongamos un trabajo con un esmeril. En
este caso el trabajador está expuesto a sufrir lesiones por la fractura del
disco y la metralla de piezas rotas. El disco del esmeril no ha sufrido ningún
tipo de fractura. Aquí se analizaría la probabilidad de fractura del disco; sin
embargo, están inmersas dos tipos diferentes de probabilidades. La primera está
referida a la posibilidad de que el disco del esmeril se fracture en varios
pedazos y se disperse en forma de metralla. La segunda, es la probabilidad de
que alguna de estas metrallas ocasione una lesión al trabajador. Y una tercera
posibilidad: es el determinar qué tan mortal sea la lesión. Otro ejemplo: el
piso, de una empresa dedicada a ventas al detal de productos alimenticios, se
encuentra con desniveles por rotura del concreto. En este caso se considerara al
piso en esas condiciones como un peligro en el cual existe la posibilidad de
caída al mismo nivel. Aquí se evalúa, conjuntamente, la probabilidad que un
trabajador se caiga y la magnitud de las lesiones al caerse. El peligro es
considerado como causa.
En general, “En uno y otro
caso el riesgo es potencialidad causal o realidad causal, efecto potencial o
efecto real” (p.p. 83, Betancourt, 1995). Por un lado es agente, causa y por
otro lado, es efecto, o ambos a la vez.
De acuerdo con lo expuesto
anteriormente, podemos decir que la metodología de evaluación de riesgos
resulta un tanto ambigua al enmarcar bajo un mismo criterio conceptual las
distintas condiciones peligrosas a las que están expuestos los trabajadores. Estas
mezclas crean dificultades en las acciones encaminadas a transformar o
intervenir las condiciones de trabajo peligrosas debido a las ambigüedades que
surgen al no tener claro la unidad de análisis, originado por la integración en
un mismo aspecto el agente causal, los efectos y las consecuencias a la salud. La
fuente, situación o acto no puede ser dañina sin la presencia de un ser humano,
en un momento determinado, bajo ciertas condiciones específicas, que
determinaran las formas y magnitud de la afectación que puede sufrir el
trabajador o trabajadora, sino que, esta afectación tendrá correspondencia con
las características de la actividad laboral que resulta de la combinación del trabajo
con los medios de trabajo específicos y bajo una organización y división del
trabajo concretas. No se trata solo de una evaluación de probabilidades de
causa-efecto, sino de una compleja y dialéctica interrelación psicosociolaboral
entre el trabajador, la actividad laboral, los objetos y medios de trabajo,
junto a la división y organización del trabajo.
La evaluación de riesgos como
metodología al estudiar las condiciones de trabajo, está sustentada bajo una
triada: el agente (riesgos o factores de riesgos), el ambiente laboral (condiciones
inseguras, factores ambientales, causas indirectas) y el trabajador (características
personales, actos inseguros). Uno o más de estos factores serían los únicos
responsables de los accidentes o enfermedades del trabajo, asumiendo la
relación trabajo-enfermedad y trabajo-accidente, como una conexión unicausal o
multicausal ahistórica, y obviando otras dimensiones de la vida de los
trabajadores, de las colectividades que intervienen, se relacionan y determinan
las características del proceso salud-enfermedad. Reduciendo los procesos de
determinación de la salud-enfermedad de los trabajadores en la simple relación
causa-efecto, la del agente (exposición) con la del trabajador (enfermedad o
accidente) y no como un proceso total dinámico, cambiante, dialectico.
El
otro punto de vista metodológico es el planteado por Oscar Betancourt (1995), en
el cual se habla de los procesos peligrosos para la salud en el trabajo como un
hecho histórico y determinado socialmente. El contexto geográfico, el momento
histórico y social determinan las maneras como se conceptualizan o asuman las
enfermedades y accidentes en los centro de trabajo; igualmente, las
concepciones culturales y las prácticas sociales impregnan las formas como los
trabajadores conciban las condiciones laborales. En ese sentido, se percibe al
trabajo como algo inseparable del ser humano, que se integra en las veinticuatro
horas del día, incidiendo tanto en lo que sucede durante la jornada laboral
como en los otros momentos de la vida del trabajador o trabajadora. De manera
que los aspectos saludables o insanos del trabajo se filtran hacia todos los
contextos sociales su vida.
Bajo este marco teórico se entienden
los procesos peligrosos como “…todo aquello que en el trabajo pueda afectar la
salud de los trabajadores, sea que surjan de los objetos y medios, de la
organización y división del trabajo o de otras dimensiones del trabajo…” (p.p.
85). No solo se consideran las fuentes, situaciones o actos directamente
relacionados con la actividad laboral sino también aquellas condiciones que no
se vinculen de manera directa al proceso de trabajo; ya que, éstas, al margen
de la actividad laboral propiamente dicha, pueden ser generadoras también de
procesos peligrosos. En tal sentido, se habla de procesos peligrosos para
señalar que se trata de condiciones laborales dinámicas, particulares y
cambiantes debido a las características específicas de cada proceso de trabajo,
que discurren en un espacio temporoespacial determinado. Y son
"peligrosos" porque atentan contra la salud, la seguridad y el bienestar
de los trabajadores, y lo hacen de diversas maneras. No obstante, “…el momento
más importante en la generación de procesos peligrosos es cuando se incorpora
la actividad, es decir, en la interacción del objeto que debe ser transformado,
de los medios que intervienen en esa transformación y de la actividad
incorporada por los trabajadores…” (p.p. 44, Betancourt, 99). De manera que se
identifican los procesos peligrosos del objeto de trabajo, procesos peligrosos
de los medios de trabajo, procesos peligrosos que surgen de la interacción
entre el objeto, los medios de trabajo y la actividad y los procesos peligrosos
que surgen de la organización y división de trabajo.
En la identificación de los
procesos peligrosos se analizan las manifestaciones tempranas de enfermedad y las
alteraciones a la salud, los síntomas y signos aislados que se exteriorizan, los
cambios fisiológicos y bioquímicos, las sensaciones de intranquilidad, de
desgano y falta de motivación para el trabajo, que sin llegar a formar
entidades nosológicas definidas, pueden ser expresiones de condiciones de
trabajo patogénicas que apuntan hacia condiciones de trabajo peligrosas.
Otro de los aspectos que se analizan
desde esta visión, es el del polo positivo del trabajo; es decir, no solamente se
originan problemas de salud en el proceso de trabajo sino que también se producen
manifestaciones positivas en los trabajadores y se expresan en las formas de
realizar las actividades laborales. Éstas, incluso en condiciones adversas, facilitan
el desarrollo de diversas potencialidades del ser humano, aumentando las
capacidades intelectuales y fisiológicas, posibilitando la construcción de
relaciones fraternas entre los compañeros de trabajo, favoreciendo el desarrollando
de procesos saludables. Este aspecto del proceso de trabajo, es de suma
importancia, ya que el reconocimiento y la detección de estas manifestaciones positivas
se emplean para la promoción de programas de salud dirigidos a los trabajadores.
El
proceso salud-enfermedad, bajo esta concepción, a pesar de que se manifiesta de
manera concreta y particular en los trabajadores, se corresponde con la manera
como éstos llevan a cabo su actividad laboral, como viven, se alimentan, se
educan, descansan, se recrean, se organizan. Por lo que las expresiones específicas
de la salud-enfermedad de los trabajadores no podemos ubicarlas sólo en la
corporeidad biopsicológica de ellos ni exclusivamente en las cuatro paredes de
su centro laboral. Se trata de una relación dialéctica y sociohistórica entre la
actividad laboral, la organización del trabajo, los medios y las herramientas y
los otros aspectos de la vida social de los trabajadores. En otras palabras,
las condiciones de trabajo inciden directamente en el proceso salud-enfermedad
y éste a su vez se transfiere al proceso laboral y a las condiciones de vida de
los trabajadores y trabajadoras de la entidad de trabajo. Diríamos que si las
condiciones de trabajo son inadecuadas, inapropiadas, anacrónicas y
perjudiciales, derivaría hacia el polo negativo, afectando tanto al trabajador o
trabajadora como al mismo proceso productivo. En cambio, cuando el trabajo se
lleva a cabo en condiciones dignas y seguras, que permitan a los trabajadores y
trabajadoras el desarrollo de sus potencialidades, de su capacidad creativa se
estará en el polo positivo, lo cual ejercerá un efecto hacia un mejor desempeño
laboral. El centro de trabajo es una realidad compleja, en donde coexisten y se
manifiestan simultáneamente un conjunto de procesos que, por un lado, pueden
afectar la salud, y, por otro lado, potenciar las capacidades de los trabajadores
y trabajadoras de realizarse tanto en lo profesional, laboral como en lo
personal.
En conclusión, desde esta
perspectiva metodológica de evaluación de las condiciones de trabajo se
considera como un elemento muy importante en el proceso salud-enfermedad, las
condiciones positivas del trabajo como un proceso que va hacia el polo de la
salud y las condiciones peligrosas como el polo que va hacia la enfermedad,
siendo el trabajo el elemento bisagra que determina hacia dónde se direccionará
la salud del trabajador o trabajadora.
En general, se pretende
trascender la visión que converge todo a la relación causa-efecto y se busca
profundizar en las razones, relaciones y determinaciones que intervienen, para
que en un momento y lugar dado y en una situación específica, estos procesos
ocasionen manifestaciones positivas o negativas en la salud de los trabajadores
y trabajadoras.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Betancourt, O. (1995), La
Salud en el Trabajo. Quito, Ecuador.
Betancourt, O. (1999), Salud y
Seguridad en el Trabajo. Quito, Ecuador.
FONDONORMA - OHSAS 18001. Sistemas
de Gestión de Seguridad y Salud Ocupacional. Requisitos. Venezuela, febrero, 2008
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